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Después de la visita al Parque Nacional Conguillio, nuestra intención era visitar el Parque Nacional Malalcahuello-Nalcas. Sin embargo, tenemos un par de inconvenientes que nos hacen cambiar los planes. Por un lado, los frenos de la bici necesitan un sangrado antes de poder continuar, pero en Curacautín no hay ningún taller que pueda realizar el trabajo. Por otro, según los informes que tenemos, el Parque Nacional Malalcahuello-Nalcas está probablemente nevado a estas alturas del otoño y no podremos cruzarlo. Así pues, nuestro nuevo destino es la ciudad Argentina de Neuquén, capital de la provincia del mismo nombre. Ya teníamos pensado llegar, pero por nuestro propio medio de locomoción.


Índice de esta etapa:

Del 4 al 6 de Mayo: Neuquén
Del 7 al 12 de Mayo: Mendoza

 

Del 4 al 6 de Mayo de 2011: Neuquén

Nos vamos de Curacautín en bus hasta Neuquén. Cargar las bicis en uno de estos autobuses de largo recorrido ha sido un suplicio. Estos buses son de 2 planta y tienen una bodega para los equipajes muy reducida. Además este venía ya cargado desde Temuco. A pesar de que ya avisamos que viajábamos con bicis y de pagar el suplemento, cuando los conductores las ven se ponen las manos a la cabeza. Después de mucho jugar al cubo Rubik acabamos metiendo una en la bodega, otra al lado del conductor y las ruedas delanteras suben al piso de arriba con nosotros. Esto de meter las bicis en los buses cada vez se complica más.

Después de todo el día de viaje, llegamos Neuquén por la noche. Durante esta semana se celebra un congreso de geólogos, y nos cuesta horrores encontrar alojamiento, así que comienza mal nuestra relación con la ciudad. En nuestro primer día en Neuquén nos preocupamos de resolver el tema de los frenos de la bici. Los chicos de JMBikes son un encanto y se ofrecen a arreglarnos el problema en un par de horas, dejando de lado todo el trabajo que tienen entre manos. Allí cambiamos mi casco, pues hace unos días descubrimos una fisura cerca de la sien. Aprovechamos para otros recados atrasados como cambiarme la porquería de botas que me compré en San Diego, justo antes de empezar el viaje. Son unas Merrell y me costaron más de 100 dólares. Están para tirar desde el segundo mes de viaje, pero tendré que aguantarme, pues no encontramos nada que valga la pena. El bañador también tendrá que esperar, pues los fardahuevos que tienen por aquí son horribles.

La ciudad tiene muy poco encanto, por ponerlo suave. La región de Neuquén es rica en reservas de gas natural y este es la principal fuente de ingresos. Y donde hay hidrocarburos, es posible que haya restos de dinosaurios. Esta es nuestra principal razón para venir hasta aquí. Cerca de Neuquén hay 3 yacimientos de importancia mundial en fósiles de dinosaurios. Nosotros escogemos el de Los Barreales, a 90 km. Para llegar alquilamos un coche. Flavio, un biólogo italiano que trabaja en el centro paleontológico nos hace de guía a nosotros y a un grupo de becarios de YPF, dueño y señor de los terrenos donde se encuentra el yacimiento. Flavio nos acompaña por el museo, explicándonos con gran detalle todos los restos que allí se exponen. Desde huevos de dinosaurio petrificados a uno de los mayores saurios encontrados que supera los 30 metros de largo. A continuación hacemos una breve visita al laboratorio donde se preparar los huesos y se hacen réplicas para museos. En Argentina está prohibido venderlos. La última parte de la visita consiste en un paseo por la zona donde se continúa desenterrando fósiles. Pasamos al lado de un fémur más alto que nosotros y la parte de la cadera que está medio enterrada es gigante. Entre los arbustos por los que discurre el sendero hay otras réplicas de alguno de los gigantes que habitaron esta zona del país. Hoy está en medio de la pampa-nada, pero hace unos millones de años era un vergel que soportaba una gran variedad de especies. El motivo por el cual este centro es tan prolífico es porque se encuentra en la zona de sedimentación de uno de los meandros de un antiguo rio. En ocasiones, los huesos se encuentran desperdigados y sólo se hallan unos cuantos perteneciendo al mismo individuo, señal de que el río los ha transportado. Si hay suerte, los restos se encuentran en el mismo lugar donde el animal falleció y en este caso es cuando hay más probabilidades de recomponer el esqueleto completo.

Nuestro tercer día en Neuquén pasa entre trámites, restaurantes y compra de billetes. Nuestro próximo destino es Mendoza, a 12 horas de bus por la pampa. En la terminal de buses tenemos otro problemazo para cargar las bicis. Esta vez ya hemos escogido el único bus que empieza su recorrido en Neuquén, pero los conductores insisten en que deben ir embaladas en cajas. Aunque nos parece un requerimiento lógico, nunca nos lo habían exigido a la hora de la verdad. Por suerte, en la terminal nos proporcionas una cajas de cartón que colocamos entre las bicis que van acostadas y entre ellas y las maletas que van encima. Seguro que los discos de freno llegan hechos un ocho. A cada bache del bus nos parece oír el rechinar del pedal contra el disco. Alea jacta est.

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Del 7 al 12 de Mayo de 2011: Mendoza

Monumento al ejército de Los AndesLlegamos a las 7 de la mañana a Mendoza capital. Las bicis milagrosamente están en buenas condiciones y podemos salir rodando de la terminal. Son las 8 de la mañana de un sábado y las calles están muy tranquilas, casi demasiado. Todo está cerrado. Lo que en otro momento hubiera sido estresante, hoy, el recorrido hasta el hostal resulta agradable.

Mendoza resulta muy familiar, tiene un aire a Barcelona. Durante nuestra estancia en la ciudad pasaremos largos ratos paseando por sus plazas y calles, descubriendo sus cafés y pastelerías, las calles de moda para salir de noche, los restaurantes con especialidad en esas carnes argentinas que no nos cansamos de probar… También nos acercamos pedaleando al Cerro de la Gloria, donde se encuentra el monumento al Ejército de los Andes. La estatua de bronce homenajea a los soldados que comandados por el General San Martín, participaron junto con efectivos chilenos en la liberación de ambos países de la dominación española.

 

Toneles en la Bodega LópezUna de las razones principales para venir hasta Mendoza es la calidad de los vinos que se producen en sus alrededores. Dedicamos uno de los días a recorrer las bodegas y los viñedos con las bicis. En concreto, la zona de Maipú, al Suroeste de la capital. Primero visitamos las Bodegas López, de carácter industrial con una capacidad de producción de hasta 3 botellas por minuto. Durante la visita nos muestran la línea de embotellado, etiquetado y empaquetado totalmente automatizada. La cata resulta ser un poco decepcionante. Por un lado no son nuestras cepas preferidas, pero además la calidad no es nada espectacular.

Comiendo en la Casa de CampoNuestra segunda parada es para comer en el restaurante Casa de Campo. Su dueño nos sugiere una especie de estofado de ternera hecho en horno de barro que acompañamos de un Syrah Trapiche colección roble del 2008. Fantástico, tanto la comida como el vino. Después de escurrir hasta la última gota, nos encaminamos a La Antigua, supuestamente una fábrica de chocolates y aceite. La visita es muy defraudante y totalmente NO recomendable. La “fábrica” de aceite consiste en una exprimidora moderna encerrada en una habitación. La explicación aporta información muy próxima a nada. Y la “fábrica” de chocolate es una cocina que sólo funciona cuando está la chica que hace el chocolate. La cata de aceite y chocolates es un puro trámite para justificar el precio de la visita.

Museo del vino en La RuralA continuación nos acercamos a las bodegas La Rural. Además de una buena visita guiada por sus procesos más artesanales que las López, incluye la visita al museo, uno de los más completos en lo que refiere a objetos relacionados con el vino y un paseo por los viñedos en el propio recinto. En particular, las vides que nos muestras están cultivadas según el método tradicional, donde las hojas de las plantas se extienden hasta sus vecinas formando un techo protector para los racimos. Hoy en día, la mayoría de viñedos se organizan de manera que las vides están separadas por pasillos para facilitar la recolección. La cata que nos ofrecen tampoco es demasiado satisfactoria. Nosotros esperábamos que nos dieran a probar alguno de los vinos de gama media-alta para promover su compra en las mismas bodegas, pero no es así. De todas maneras nos llevamos un par de botellas y unos cuantos pesos menos. Insistimos en que nos las embalen con mucho cuidado, pues van a ir en el portaequipaje de la bici. Por lo menos la mochila es estanca y si se rompen aún nos queda el consuelo de que se quedarán dentro. En los próximos días caerá la primera botella, un Rutini Apartado del 2003, un ensamblaje 50% cabernet, 30% malbec y 20% syrah, criado durante 18 meses en barricas de roble francés. Muy bueno, pero por el precio podría ser algo mejor. La segunda, otro Rutini mezcla de cabernet y malbec del 2008, de buena relación calidad-precio.

El resto de los días los aprovechamos para planear el recorrido de nuestro periplo por Sudamérica a corto y medio plazo, además de perder el tiempo buscando un recambio de botas y bañador. Además, me pasé un día en cama por problemas estomacales.

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