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Esta etapa comprende el trayecto desde San Borja a Santa Rosa por una carretera que atraviesa varias estancias donde está prohibido cazar. Como consecuencia, la cantidad de vida animal es considerablemente más abundante y los avistamientos más frecuentes. Llegamos a Santa Rosa durante las fiestas de su patrona y presenciamos varias de las actividades en el programa de festejos. El paseo en canoa por el Área Protegida Municipal Pampas del Yacuma es simplemente alucinante. Vemos mucha fauna de toda clase y muy de cerca. De Santa Rosa nos trasladamos hasta Rurre, capital turística de la amazonía boliviana y puerta de entrada al Parque Nacional Madidi. Este parque era una de las visitas obligadas desde el principio del viaje pero después de la experiencia negativa de la Reserva del Beni, la decepción de unos viajeros que conocemos en Rurre y los precios exagerados, decidimos no visitarlo. En Rurre recogemos nuestro precioso bolsón y nos vamos en bus hasta Cobija, en la frontera Norte con Brasil. De ahí cruzamos al país de la samba.

Índice de esta etapa:

27 de Agosto de 2011: De San Borja a la Estancia San Vicente
28 de Agosto de 2011: De la Estancia San Vicente a Santa Rosa
29 de Agosto de 2011: Fiestas de Santa Rosa
30 de Agosto de 2011: Visita al Área Protegida Municipal Pampas del Yacuma
31 de Agosto de 2011: Santa Rosa del Yacuma
Del 1 al 3 de Septiembre de 2011: De Santa Rosa a Rurrenabaque
Del 4 al 5 de Septiembre de 2011: De Rurre a Cobija y Epitaciolândia

 

Perfil de la etapa (San Borja - Santa Ana - Rurrenabaque):


Perfil de la etapa

 

27 de Agosto de 2011: De San Borja a la Estancia San Vicente

Nuestro plan inicial era dirigirnos hacia Rurrenabaque desde San Borja, para visitar el famoso Parque Nacional Madidi. Sin embargo, los precios de los tours organizados por una parte y los consejos de los habitantes de San Borja por otra nos han hecho cambiar de ruta. De momento nos dirigimos hacia Santa Rosa, por una carretera donde se puede ver “harto caimán”. La carretera cruza varias estancias propiedad del mismo dueño, el cual prohíbe terminantemente la caza.

Caimanes por todas partes

Capibara al atardecerLa mayor parte de la ruta de hoy es aburrida, por un camino polvoriento y arenoso, sin fauna interesante. Judit ve fugazmente lo que parece un antílope, pero se esconde entre la vegetación rápidamente. Por la tarde, después de cruzar la barrera de la zona de caza prohibida, empezamos a ver montones de caimanes. En casi todas las lagunas de tamaño suficiente hay por lo menos un par. En algunas se concentran hasta 12. Pueden ser observados con facilidad mientras están tumbados calentándose al sol, a pocos metros de la pista, casi siempre con la cabeza cerca del agua. Cuando empieza a bajar el sol vemos un par de capibaras refrescándose en una charca.


Más adelante pinchamos y por algún motivo que todavía no entendemos, cuando vamos a montar la rueda en la bici, la rosca del buje no permite atornillarlo lo suficiente para que la rueda quede sujeta al cuadro. Empieza a oscurecer y al final lo resolvemos creando espesor con un par de chapas gruesas que llevamos y que nunca pensamos que serían útiles. Con tanto caimán suelto nos da un poco de apuro acampar por libre, así que nos apresuramos para llegar a la estancia San Vicente, donde casi a oscuras plantamos la tienda entre las edificaciones de los trabajadores. Aunque el sol ya se ha puesto, el calor sigue siendo sofocante. Hoy, por primera vez, montamos la tienda sin el sobretecho pero aun así seguimos sudando hasta bien entrada la madrugada.

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28 de Agosto de 2011: De la Estancia San Vicente a Santa Rosa

Familia de monos aulladoresDispuestos a aprovechar el frescor de la mañana, hoy nos despertamos antes del alba. Cuando salimos de la tienda con todo a punto, un sol rojo aparece por el horizonte. Desde la isla bosque cerca del camino se oyen los gritos roncos de los monos aulladores. Cuando salimos de la estancia al camino, se oyen más cerca. Los ronquidos de los aulladores pueden oírse hasta 100 km de distancia pero estos están a menos de 100 metros. Apartamos las bicis del camino y nos adentramos en el bosque. En un claro de las ramas de un gran árbol vemos una familia calentándose al sol, todavía amarillento. El macho tiene el pelaje de color negro y la hembra y su cría de color rubio. Aunque estamos a unos 35 metros de ellos, cuando salimos a un claro entre las palmeras, se esconden entre las ramas. La hembra se mueve de un árbol a otro lentamente con el pequeño aferrado a su trasero y con su colita enroscada en la de mamá. Desde las copas nos miran sintiéndose seguros, sabiendo que no sabemos trepar. Los dejamos en paz y retomamos las bicis para volver al camino.

Macho aulladorPasamos por el límite de la isla bosque y oímos más ronquidos de otro grupo. Nos internamos entre los árboles de nuevo y un macho nos grita efusivamente. A un par de palmeras de distancia de él se halla una hembra y quizás una cría, aunque sólo vemos el movimiento de ramas. El macho redobla sus ronquidos dirigidos hacia nosotros hasta que la hembra cruza por las ramas hacia donde él se encuentra. En ese momento nos retiramos definitivamente y su agitación disminuye. Nos sorprende un poco su actitud pues viven pegados a las casas de la estancia y deberían estar acostumbrados a la presencia humana.

 


¿Dónde está el caimán?A lo largo del camino vemos muchos caimanes más, algunos de ellos a un par de metros de la pista. En casi todas las charcas se ven ojillos asomando por encima de la superficie. Cuando miramos detenidamente en alguna de ellas, siempre descubrimos más que los que se ven inicialmente, lo cual crea un sentimiento de inseguridad. ¿Cuántos hay realmente? ¿Seguro que no hay uno enfrente de nuestros pies? Mueve el ratón por encima de la foto de la izquierda...

En general el camino mejora, pero sigue habiendo tramos arenosos. Además, parte de la carretera se adentra en los pastizales, pues algunos de los puentes de madera se han caído. En esta zona, el barro reseco tiene infinidad de baches debidas a las pisadas del ganado. Es ya mediodía y los últimos kilómetros hasta Santa Rosa se hace duros, agobiados por el calor. A la salida de la barcaza que cruza el río Yacuma, una avispa atrapada entre la camiseta y la espalda de Judit le pica. El manotazo que le da sirve para aplastarla, pero ya es tarde. Por suerte el intenso dolor sólo dura unos minutos y después de descansar un poco proseguimos.

Crema solar, sudor y polvoAprovechamos cada sombra que encontramos para parar e hidratarnos. A pocos km de Santa Rosa, el camino mejora y nos facilita la llegada. En la habitación del hospedaje, el ventilador del techo gira a máxima velocidad moviendo aire caliente pero al menos dando sensación de frescor. De aquí no salimos hasta que afloje el calor.

 

 

 

 

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29 de Agosto de 2011: Fiestas de Santa Rosa

Corona de los macheterosUna de dos, o en Bolivia siempre están de fiesta o tenemos la suerte de llegar a los pueblos cuando las celebran. Mañana es la festividad de Santa Rosa y el pueblo ya está festejando su patrona. Seguramente durante el resto del año Santa Rosa de Yacuma es un pueblito tranquilo, dedicado a la ganadería y que se mueve a ritmo pausado. Ahora, cada una de las terraza de la plaza está defendida por un hombre-orquesta armado con un teclado y unos altavoces de muchos vatios. El volumen de la música es ensordecedor, pero como la mayoría de clientes van medio cocidos, tampoco les importa. Las botellas de cerveza se amontonan en las mesas pero es que con este calor, una cervecita bien fría apetece mucho.


¿Qué será ese disfraz?Tenemos que esperar hasta mañana para poder visitar el Área Protegida Municipal Pampas del Yacuma y hoy nos dedicamos a tareas organizativas. Por la tarde y por la noche hay diversos actos en la plaza como danzas y desfiles de trajes regionales. Aquí volvemos a ver un grupo folclórico que hace sonar las matracas mientras bailan girando sobre sí mismos. Las vestimentas que llevan parecen más un disfraz y, la verdad, todavía no sabemos de qué se trata. Tenemos la suerte de ver el baile de los macheteros, probablemente el más famoso del Beni y originario de San Ignacio de Moxos. Los hombres llevan en la cabeza una espectacular y colorida corona semicircular de plumas de cola de guacamayo.

Antes de irnos a dormir hacemos algunas prácticas más de lectura de labios, tomándonos una cerveza en una de las terrazas mientras los atronadores altavoces revientan los tímpanos de los clientes más cercanos. Puede que sea una técnica para incitar a un consumo más rápido. Como hablar no puedes, bebes.

 

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30 de Agosto de 2011: Visita al Área Protegida Pampas del Yacuma

Caimanes luchando por el territorio

Capibara con críaA las 6:30 Luis, alias El Grillo, pasa a recogernos por el hotel con una moto taxi, acompañado de otro taxista. Nos montamos en ellas y nos vamos hacia Puerto Tucumán, en las orillas del río Yacuma. Allí nos espera su mujer, la contable de la familia y su hijo Luis, nuestro guía y capitán de bote. Nos subimos en la canoa a motor y lo que pasa en las siguientes horas es una experiencia inolvidable. A la primera curva del río empieza una secuencia constante de avistamientos de fauna como nunca habíamos disfrutado: caimanes, tortugas, capibaras, aves rapaces, garzas, cigüeñas, etcétera, etcétera y etcétera. Y lo mejor es que no se asustan de nuestra presencia.

Ainga secándose al solLas aves son las más huidizas, pero aun así, podemos observarlas más cerca que nunca. Los sereres de río se apartan lo justo para que no los puedas coger alargando el brazo. Aquí podemos ver claramente las largas plumas de sus crestas y la piel azul alrededor de los ojos. Las garzas blancas y grises salen volando río arriba, de manera que al cabo de poco volvemos a encontrarlas. Aunque en menor cantidad, también vemos varias espátulas rosadas. En un árbol alto al margen del río, una pareja de jaribús han construido su enorme nido. También encontramos varios buitres negros y caracaras escarbando en las playas en busca de huevos de tortuga. Es la época de reproducción para las tortugas y, aunque entierran sus huevos en la arena, el caracara parece tener un sexto sentido para encontrarlos.

Capuchino comiéndose a un ratónCuando Luis maniobra la canoa para acercarse a la orilla, los caimanes y sobretodo las capibaras se quedan tranquilamente mirándonos. Incluso familias de capibaras con crías no se esconden. Como mucho, se levantan y se mueven lentamente un par de metros orilla arriba o se alejan un poco del agua.  No estamos hablando de ver un caimán o una capibara cada 10 minutos. Estamos hablando de ver varios a la vez, casi continuamente. En una ocasión una capibara grande asusta a un caimán pequeño al pisarlo. Después de ver una cuantas decenas de cada, sólo les prestamos atención si hay algo destacable, como crías o una pelea de caimanes. Es sorprendente cómo los caimanes se confunden con las raíces y cómo se esconden en el agua. Allí donde ves uno, siempre descubres varios más al cabo de unos segundos de fijarte.

Los monos son más difíciles de encontrar pero conseguimos ver 3 especies diferentes. Primero Judit descubre a un macho aullador durmiendo apaciblemente en una rama mientras se calienta al sol de la mañana. Más adelante, en diferentes partes del río encontraremos dos grupos de monos amarillos. Son curiosos y se desplazan de rama en rama para acercarse al bote, acercándose a menos de 2 metros. Tenemos la sospecha de que en parte es porque algunos tour-operadores les ofrecen plátano para atraerlos. De todas maneras, está claro que no están atemorizados, pues incluso se ponen a beber en la orilla del río cabeza abajo, agarrados de manos, pies y cola de las ramas, muy cerca de la canoa. Uno de los grupos va acompañado por una manada de monos capuchinos, un poco más grandes y algo más reservados. Incluso así, los podemos ver perfectamente desde el bote. Observando a este grupo tenemos uno de los momentos álgidos de la excursión. Uno de ellos caza un ratón y se lo come delante nuestro. La escena es bastante salvaje, obviamente.

Delfín rosadoRemontamos el río hasta un remanso de mayor profundidad donde encontramos una manada de delfines rosas. Aunque hay otros delfines rosas en el Amazonas y sus afluentes, ésta se trata de una especie endémica de Bolivia. Cuando son mayores, partes de su cuerpo se tornan rosadas. Como vemos que Luis y el guía del otro único bote que hay se meten en el agua, nosotros también. Sólo tenemos el 50% de probabilidades de que algún caimán nos escoja como almuerzo… El regreso a Puerto Tucumán es rápido, pues ya hemos consumido todo el tiempo estipulado para la visita.

Cèsar nadando con delfines rosados

Espátula rosadaA media tarde Santa Rosa está desierto. Todos están en el jocheo, una especie de rodeo local. Al atardecer nos acercamos al recinto donde se celebra y somos espectadores de un par de montas, una de ellas bastante espectacular. El jinete se sube a lomos de un buey gigante de forma bastante peculiar. Se sienta de espaldas a los cuernos, sujetándose con los pies alrededor del cuello de la bestia y con las manos a la cuerda atada alrededor del cuerpo. Cuando el buey reduce sus sacudidas y brincos, el jinete le arrebata la cinta roja anudada al cuello, que podrá canjear por cierta cantidad de dinero.

Monos amarillos bebiendo

 

 


 

En resumen, un recorrido fantástico por la Reserva, rebosante de fauna, tanto por su variedad como por su cantidad. Además sorprendentemente poco huidiza, lo cual permite observarla muy de cerca. Igualmente, la segunda mitad del trayecto desde San Borja a Santa Rosa está repleta de vida salvaje y resulta muy entretenida. Después de estas dos experiencias y sabiendo los exorbitados precios de los tours a Madidi, cambiamos de idea y  lo suprimimos de nuestros planes. El Área Protegida Municipal Pampas del Yacuma, aunque es un ecosistema diferente del de Madidi ha sido suficiente para satisfacer nuestras demandas. Es súper recomendable.

 

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31 de Agosto de 2011: Santa Rosa del Yacuma

JocheoA las 6:30 estamos listos para empezar a cargar las bicis. Justo cuando vamos a salir de la habitación, se oye un trueno espantoso. Nos miramos con incredulidad. No tenemos ni tiempo a articular palabra antes de que la lluvia empiece a caer. Más truenos. La lluvia se intensifica. Con la que está cayendo, el camino de tierra a Rurrenabaque va a convertirse en un barrizal, así que mejor nos quedamos.

Pasamos el día organizando las próximas etapas y escribiendo los relatos de las recientes. Por la tarde nos vamos en moto-taxi al jocheo, pero esta vez para verlo bien, desde las gradas sombreadas y desde el principio. Presenciamos un total de 5 montas. La estrella del día es un chaval que sale con su capote rojo y amarillo a torear cada uno de los toros incluso antes de que éste se haya deshecho de su jinete. En 3 ocasiones es nuestra estrella quien le arrebata la cinta roja a los monstruos, bien montándolos cuando ya están medio cansados o distrayéndolos con el capote y acercándose por un lateral. En el último culmina su actuación cuando se pone de pie encima de un toro enorme, después de haberlo montado durante un rato. El público le aplaude y lo vitorea mientras él baja al suelo de un salto.

La estrella del jocheoEl tronco engrasado con sebo de vaca que se encuentra en el centro de la plaza todavía tiene colgado en su punta los accesorios para montar. El primero que consiga subir se los lleva. Hay varios intentos, pero el que más sólo logra llegar a media altura. Cuando nos vamos, los premios todavía siguen allá arriba.

En la plaza del pueblo vuelven a tronar los hombres-orquesta. Por suerte, en nuestra terraza hay algún fallo eléctrico y justo nos da tiempo a bebernos la cerveza, con cierta urgencia, pues estamos justo delante de uno de los altavoces. Aquí vemos un nuevo récord de pasajeros en moto: 6!! Dos niños encima del depósito, el padre conduciendo, otro niño aplastado entre el padre y la madre y el más pequeño, colgando de un brazo de la madre. Seis personas en una moto. ¡Eso sí es transporte eficiente!

 

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Del 1 al 3 de Septiembre de 2011: De Santa Rosa a Rurrenabaque

Desde Trinidad, enviamos nuestro bolsón a Rurre, así que ahora tenemos que ir a Rurre a recogerlo. Ayer intentamos llamar a la oficina de Rurre para que nos lo enviaran a Santa Rosa, pero ni contestaron. La carretera desde Santa Rosa a Rurrenabaque es horrible. Puedes escoger entre piedras, baches, arena o cualquier combinación de ellos. Además, se ven pocos animales, en parte por el tráfico (esta es la carretera que va hacia Riberalta, Guayaramerín y Cobija). Aún así vemos un tucán y algunas otras aves. El primer día cubrimos la distancia hasta Reyes.

TucánAl día siguiente, aunque el terreno mejora algo, sigue siendo malo. En los últimos kilómetros antes de Rurrenabaque, se ven los cerros del Parque Nacional Madidi, al otro lado del río Beni. Rurre es el centro turístico de entrada a Madidi y también origen de la mayoría de tours a las Pampas del Yacuma. Los tour-operadores, hoteles y agencias de viajes se suceden uno detrás del otro en las calles del centro de Rurre. La concentración de turistas es alta, pero creíamos que aún lo iba a ser más. Pasamos el día planeando nuestro próximo destino, Puerto Maldonado en Perú, y cómo llegar hasta él. Al final vamos a ir en flota, en un viaje que promete ser épico. Sólo son 20 horas en un bus sin aire acondicionado y por caminos polvorientos. Nos han recomendado no hacerlo en bici, pues no hay ningún interés durante la mayor parte del trayecto, lo cual es consistente con los blogs de otros ciclistas. Nuestro plan incial era seguir en bici hacia Ixiamas y cruzar el Parque Nacional Madidi hacia la población de Alto Madidi y llegar a Puerto Heath, donde hay un retén militar desde el que se puede cruzar en bote a Puerto Pardo, ya en Perú, y después seguir remontando el río Madre de Dios en bote hasta Puerto Maldonado. Aunque nuestro fantástico mapa muestra la existencia de una carretera desde Alto Madidi hasta Puerto Heath, de momento es sólo un proyecto y en realidad la carretera se acaba en Alto Madidi. Una alternativa para llegar a Puerto Heath es ir hasta Cobija por tierra y desde allí seguir por pista hasta Chivé, al Nordeste de Puerto Heath. Desde Chivé se puede llegar en bote a Puerto Heath. Otra es remontar en barco el Madre de Dios desde Riberalta o el Triángulo (punto donde se desvía la carretera de Riberalta hacia Cobija) hasta Puerto Heath. Otra opción que nos han comentado es tomar la pista hacia Soberanía desde la carretera que une Cobija y Chivé. Esa pista secundaria cruza la frontera y llega hasta Mavila, en Perú, situado en la carretera de Iñapari a Puerto Maldonado. Desde Cobija también sale una carretera hacia la población Boliviana de Bolpebra, en la frontera tripartita con Perú y Brasil, desde donde se puede pasar directamente a Iñapari en Perú. Una alternativa mejor a esta carretera de tierra es cruzar desde Cobija a Epitaciolândia en Brasil y usar la carretera asfaltada que va a Assis Brasil; desde allí, cruzar a Iñapari, en Perú. Ésta es la opción que escogemos. Para cruzar a Brasil, hay que pasar por el puente de Epitaciolândia para sellar el pasaporte, no por el que cruza a Brasileia. Las poblaciones con oficinas de immigración en Bolivia son: Rurre, Cobija y Bolpebra. En Brasil: Epitaciolândia y Assis Brasil. En Perú: Iñapari y Puerto Maldonado.

En la plaza de Rurre hay una pequeña feria de artesanos y productos regionales. Nos paramos a hablar con los productores de cacao. Cultivan 2 tipos, el mixto y el criollo. El segundo tiene mayor porcentaje de grasa y es más apreciado por los mercados europeos.

Jungla alrededor de RurreEn la mañana del día 3, subimos al mirador de Rurre, un cerro a poca distancia del pueblo desde donde se ve el río Beni, la población a sus orillas y las montañas repletas de vegetación al otro lado. Pasamos el resto del día escribiendo y leyendo, preparándonos para el gran viaje de mañana. En un café nos encontramos con una chica española que trabaja para los parques nacionales bolivianos haciendo fotos de animales. Acaba de volver de un tour por Madidi y su comentario es que no ha visto nada de fauna, confirmando nuestras sospechas.

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Del 4 al 5 de Septiembre de 2011: De Rurre a Cobija y Epitaciolândia

Cargando las bicis en la flotaA las 10 de la mañana nos presentamos en la terminal de buses de Rurre. A la media hora aparece nuestra flota. Tras el ya habitual “no hay campo para las bicis” inicial, conseguimos convencer al maletero del bus para que las coloque en el techo, junto a la multitud de bultos que ya están ahí. Atan las bicis con una soga para subirlas al techo y allí las acomodan. Parece que van seguras, pero son muchas horas y muchos baches.


Afluente hacia el Madre de DiosEl viaje es una paliza, tal como ya nos imaginábamos. Al cabo de unas horas ya no sabemos cómo sentarnos. La música que suena por los altavoces del bus está tan distorsionada por el volumen que ni se reconoce. Además, se mezcla con la de la radio del pasajero de la izquierda. Por suerte, hemos acertado el lado del bus en el que sentarnos para que no nos dé el sol. Pasados Reyes y Santa Rosa, nos adentramos en una pampa infinita con poca vegetación y menos fauna. Mientras el sol se pone podemos apreciar toda la gama de colores desde el amarillo intenso a un malva tenue, pasando por anaranjados y rojizos. Cuando ya ha caído la noche, nos despierta un frenazo. Fuera de la carretera hay otro bus y su tripulación intenta llevarlo de vuelta a la pista sin mucho éxito. La siguiente parada es a orillas del río Beni, donde esperamos que amanezca para que la barcaza que nos ha de cruzar empiece su jornada laboral. A la otra orilla del Beni ya estamos en el departamento de Pando, el más septentrional del país. La vegetación aquí es mucho más exuberante. En las zonas donde no ha sido arrasada para pastoreo o donde no se está quemando, hay dos muros verdes, uno a cada lado de la carretera. Más adelante cruzamos el río Madre de Dios en una segunda barcaza y seguimos haciendo camino entre llanuras quemadas o quemándose. En El Porvenir, a 30 km de Cobija, reencontramos el asfalto que perdimos hace muchos días.

Quizás... demasiadas compras?El calor en Cobija a las 3 de la tarde es sofocante. Los 4 personajes de la tripulación de nuestra flota se lo toman con calma para descargar el equipaje. Mientras los 2 choferes descansan, el “loco” y el “cholo” se suben al techo del bus y bajan nuestras bicis colgadas de una cuerda. Cargamos las alforjas y el bolsón (nuestra antigua caja sigue creciendo de volumen) en las bicis y nos vamos en búsqueda de la oficina de correos para mandar unas artesanías a casa. Después nos encaminamos hacia Epitaciolândia, la frontera con Brasil. Cruzamos a Brasil porque la carretera que lleva a Perú por el lado brasileño está asfaltada, o eso nos han asegurado varias personas. Una vez en Epitaciolândia, al otro lado del río Acre, buscamos hotel y nos dedicamos a comprar comida para un par de días y llevar una de las bicis a cambiar un radio de la rueda de atrás que se rompió hace ya unos días. Finalmente, después de 30 horas en bus, por carreteras de tierra, estamos en Brasil.

 

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