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Tras visitar el Parque Provincial Ischigualasto, conducimos hasta su vecino, el Parque Nacional Talampaya, en la provincia de La Rioja. Allí visitamos dos de los cañones del parque, el Talampaya y el Arco Iris.

Índice de esta etapa:

1 de Junio de 2011: Cañón del Talampaya
2 de Junio de 2011: Cañón del Arco Iris

 

1 de Junio de 2011: Cañón del Talampaya

Cañón del Talampaya

 

Acanaladuras verticalesLlegamos al Parque Nacional Talampaya justo a tiempo para la última salida del día del microbús que nos llevará al cañón del Talampaya. En este parque, como en el Ischigualasto, tampoco te dejan visitarlo por tu cuenta. Desgraciadamente, esta visita se trata de una de las cortas, donde sólo se accede a una parte reducida del cañón. Además, tanto el chófer como la guía tienen prisa e intentan acortar la visita, pero lo que estamos viendo es demasiado bonito como para no aprovecharlo. Aunque no podemos pisar el freno del vehículo, sí pedimos parar por el camino para hacer algunas fotos.

Petroglifos en el Cañón del TalampayaLa visita se centra en un tramo del cañón del Talampaya. Para llegar recorremos el lecho seco y arenoso del rio durante unos pocos kilómetros hasta la entrada del cañón. De repente nos encontramos con unos paredones de arena compactada de 200 metros de altura formando altas mesetas a ambos lados. La primera parada oficial es en un rincón donde ha crecido un bosquecillo de algarrobos y otras plantas nativas que los indígenas usaban como alimento y fines medicinales. En una de las rocas en la base de la pared dejaron grabados petroglifos con formas geométricas y abstractas. Desde el pie de la pared se observa un curioso efecto de la erosión. Cuando llueve en esta zona, lo hace de manera torrencial. El agua que se acumula en lo alto de las mesetas se escurre hacia los bordes y se concentra en cascadas que deshacen las paredes de barro. El resultado son unas acanaladuras verticales en los muros que parecen columnas negativas esculpidas en ellos. El efecto continuado de la erosión del agua combinado con el viento ha generado otras formaciones como agujas y otras estructuras que la imaginación local ha bautizado con nombres de animales o personas. El recorrido cruza el cañón hasta su salida desde donde podemos apreciar su magnitud. Aquí el sol, ya bajo, ilumina las paredes rojizas y crea sombras realzando la belleza del lugar. Es una lástima que no podamos pasar más tiempo aquí o incluso acampar, pero nos llaman nerviosamente para regresar.

Zorros al atardecerEn el camping a la entrada del parque se nos acercan un par de zorros que probablemente han sido malacostumbrados a recibir comida de los turistas. Montamos la tienda mientras el sol acaba de ponerse en el horizonte, el viento empieza a soplar y la temperatura baja en picado.


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2 de Junio de 2011: Cañón del Arco Iris

Cabecera del Cañón Arco IrisNos levantamos con las primeras luces del día. Increíblemente, aun estando en medio de una zona desértica, el parabrisas del coche tiene una capa de escarcha considerable. A base de echarle agua y con la calefacción del coche al máximo, conseguimos abrir una ventana en el hielo suficientemente grande como para iniciar la marcha. Conducimos hasta otra sección del parque desde la que, con otro transporte oficial, podremos acercarnos al Cañón del Arco Iris. Al llegar al centro de visitantes, la oficina todavía está cerrada y mientras el Sol supera las crestas y empieza a calentar, aprovechamos para desayunar y meternos algo caliente en el cuerpo.

Torre en el Cañón Arco IrisLa furgoneta que nos lleva hasta la entrada del cañón recorre el lecho de varios ríos secos, sorteando rocas y troncos varados en la arena desde la última tormenta. Poco a poco, el río que remontamos se va estrechando y las paredes laterales se hacen más altas y abruptas. Finalmente, nuestro conductor-guía detiene el vehículo para seguir a pie. En esta zona han quedado expuestos los estratos de las 7 etapas del periodo Triásico, el primero de la era mesozoica (ver tabla de edades geológicas) y esto es lo que precisamente hace este lugar tan único como para ser declarado Patrimonio Natural de la Humanidad. Los diferentes estratos sedimentados a lo largo de millones de años tienen diferente composición de minerales y esto les da una variedad cromática espectacular. Además, como se trata de arena compactada, el agua ha erosionado regueros, cañones laterales y formas inusuales en las paredes. A lo largo del recorrido también se pueden observar fallas en las rocas que nos recuerdan las titánicas fuerzas que levantaron estos sedimentos desde el fondo del mar a medida que se creaba la cordillera de Los Andes.

 

 

Estratos verticalesCuando llegamos a la cabecera del cañón principal, nuestro guía se queda en un rincón donde el sol ya llega hasta el lecho del río. Nosotros aprovechamos para adentrarnos un poco más, trepando hasta superar las paredes de la cabecera y, desde la altura, apreciar mejor el lugar. Al otro lado se ven mesetas de paredes rojizas, como las que vimos ayer en el Cañón del Talampaya, además de unos pequeños montículos cónicos muy curiosos. La vista, tanto abajo como alrededor es impresionante.

Regresamos al centro de visitantes por el mismo camino para emprender el largo retorno a San Juan.

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